lunes, 6 de octubre de 2014

10 años de Aire

o de cómo hemos aprendido a volar (alto) en este tiempo ...


Hoy hace casi exactamente diez años – a falta de poco más de un mes-, de ese preciso momento en el que abrimos al público el portón gigante que da acceso al número 15 de la calle Aire de Sevilla. En esa mañana de otoño, de puertas a afuera, lo único había era una tonelada de nubes y un silencio sepulcral. Pero ni rastro de ser vivo alguno en la estrechez de una calleja que tal vez sea la más angosta de Sevilla y, quién sabe, si del mundo entero.

De puertas a adentro, sin embargo, lo que sí había era un equipo de gente (poca por aquel entonces), dispuesta a darlo todo por un sueño. Un sueño que tardó tres años en materializarse puesto que tanto la adquisición como el desarrollo de las obras de acondicionamiento de una casona del siglo XVI que apenas sí se sostenía en pie requirieron un esfuerzo titánico en todos los sentidos. Los clientes, curiosos ante la novedad de la inauguración de los primeros baños árabes modernos del planeta, pronto empezaron a dejarse caer… Pero con cuentagotas. 


Ningún inicio de nada que merezca la pena es fácil y eso es extensible a cualquier ámbito de la vida. Por descontado, también a los negocios. Más todavía cuando eres pionero en algo en lo que tienes experiencia cero. Por eso, en nuestro caso, durante mucho tiempo estuvimos celebrando todas y cada una de las reservas que íbamos recibiendo. Y así, poco a poco, las cosas empezaron a funcionar hasta el punto de sentirnos bastante seguros como para atrevernos con otros triples mortales.

Abrir en Barcelona cuatro años más tarde fue algo tremendamente importante para nosotros que, a fin de cuentas, éramos y seguimos siendo, un grupo de amigos de Granada de toda la vida a los que un día, después de un maratón de trabajo brutal, la noche y las copas se les quedaron cortas. A la mañana siguiente, cuando nos echaron del hotel, alguien reflexionó en voz alta sobre lo triste que era que no existiese en Sevilla un lugar al que pudiésemos ir a relajarnos de verdad y a seguir disfrutando de las cosas buenas de la vida. Así, tirando el hilo, surgió la idea-locura de crear un santuario integral para el cuerpo y la mente. Un espacio mágico, elegante, con historia pero adaptado al siglo XXI, con una decoración seductora y una iluminación tenue en el que sumergirse de lleno en la tradición milenaria de los baños públicos que con tanto acierto cultivaban nuestros antepasados árabes, romanos, griegos y otomanos.


Diez años pueden ser muchos o muy pocos. Según se mire. Lo que sí está claro es que es tiempo suficiente para que haya alas que crecen y proyectos que despegan. En 2010 inauguramos Almería pero fue precisamente de vuelta en Barcelona y al calor de unos dry martinis cuando se planteó el reto de abrir en Nueva York. Un cóctel bien cargado siempre aclara las ideas o al menos contribuye a envalentonar el espíritu. Y si ese espíritu es emprendedor por naturaleza, entonces puede pasar cualquier cosa... Una llamada a uno de los socios y una respuesta inmediata y contundente: “¡Pues venga!”, dispararon el gatillo y allá que fuimos a localizar el emplazamiento idóneo. Solo esa tarea nos llevó seis meses a los que siguieron otros cuatro de densísimas negociaciones con el farragoso universo del real state neoyorkino. El trato no llegó a buen puerto hasta que tres de los socios nos presentamos por fin en el Nikki Beach de Saint Tropez para conversar en persona con el landlord, o sea, el dueño y señor del edificio. Una botella de Moët Chandon y 20 minutos después el tipo dijo que ese local a pie de calle del 88 de Franklin Street, en el puro corazón de Tribecca, era nuestro.

Ahora sí, AIRE desplegaba sus alas en toda su envergadura y alcanzaba velocidad de crucero hasta aterrizar con éxito en el centro de Manhattan en mayo de 2012. El recibimiento que nos brindaron tanto la sociedad neoyorkina, los medios de comunicación locales y muchísimas celebrities, es algo que todavía nos cuesta procesar y que nos llena, creemos, de un merecido orgullo.


Aquí y ahora solo nos queda agradeceros el apoyo incondicional a todos los que, de una manera u otra, habéis contribuido a hacer posible este sueño. Vosotros sabéis quiénes sois como también sabéis que nuestras alas jamás hubiesen podido crecer sin vuestro aliento.

Estrenamos hoy una nueva etapa en nuestra casa madre, que es vuestra casa también. Hemos ampliado y mejorado las instalaciones a conciencia pero velando siempre por conservar al cien por cien su alma de bóvedas romanas, artesonados mudéjares y paredes de piedra. Seguro que os podéis imaginar que nos emociona profundamente poder ofreceros ahora la experiencia única de un baño mirando de frente a la conmovedora belleza de la catedral de Sevilla.

6.747 kilómetros son los que separan nuestra querida Giralda del centro de Chicago, nuestra próxima parada dónde tenemos previsto abrir el año que viene. Y esto no es todo porque tenemos grandes planes de expansión internacional que incluyen otras tantas localizaciones fabulosas, así que dentro de nada volveremos a brindar juntos por esta y todas las buenas noticias que están por venir.

Mientras tanto, ojalá sigáis haciendo vuestra nuestra máxima: Live, love & fly. 



Con todo el cariño, 
todos los que somos Aire.



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